Las guerras de este mundo se pueden resumir en lo que suceda este domingo en la esquina de Gran Vía con Urgell. De un lado, la Papanoelada Motera, que pasará por ese punto en un recorrido no oficial (porque el Ayuntamiento no lo ha autorizado este año), en el que se ha pedido a los participantes que se dejen de tonterías y no hagan el mongolo. Acumulan multas de otros años y hasta el Síndic ha pedido que se impida su celebración. Como de momento hacen oídos sordos, del otro lado, Eixample Respira ha convocado una Tionada a la misma hora en esa esquina, que será el punto de partida de un recorrido en bici por unas fiestas sin humo. Los hay que lo que quieren es una ciudad sin niños: Raül, vecino de una escuela de Gràcia, ha presentado una demanda por ruidos en el patio con la que pretende un “cierre total”. No es el único caso, se acumulan tantos que el Ayuntamiento se plantea por fin cambiar la normativa para que el ruido de los colegios no se considere contaminación acústica, que manda huevos. Luego Raül querrá que mi hijo le pague la pensión. Le recomiendo luchas más bonitas, como la movilización para salvar la buganvilla de Rambla Catalunya. La dueña ya consiguió que los vecinos la salvaran en 2018, cuando el Ayuntamiento le acusó de “ocupación ilegal del espacio aéreo”. Le hará mucho más feliz.