“Ojalá todos los lunes fueran festivos”, habremos pensando la gran mayoría de la gente de Barcelona esta semana de resaca del Primavera (léase con acento inglés) mientras esperamos con cara de poca emoción a tener un nuevo ayuntamiento de regusto vintage. Negociando se toman su tiempo, como Messi, al que igual le tocará votar aquí otra vez en julio. Los que no han perdido un instante han sido los del FC Sant Andreu, que ha celebrado su ascenso de categoría como si hubieran sacado mayoría absoluta. Bien por ellos. Ojalá fuera solo de fútbol y jarana la cosa, pero, aguantando con dificultad las náuseas, tenemos que seguir plantando cara a indeseables y ultras cuya idea de pasárselo bien es causar terror. ¿Qué podemos hacer ante semejante despliegue de barbarie que nos toca presenciar en esta ciudad y alrededores? ¿Vamos a seguir mirando hacia otro lado mientras la extrema derecha negacionista del feminismo gana terreno como la cucaracha de alcantarilla? ¿Mientras seguimos cargándonos el planeta aunque nos cuenten que no? Mucho Primavera y poca primavera nos quedará a este paso. ¿Cuántas ferias “verdes y sostenibles” más necesitamos para dejar de creernos el cuento? ¿Cuándo van a, y no sé a quién se lo pregunto, entender que en Barcelona también se vive? ¿Que la gente necesita descansar cuando otros solo piensan en facturar? Soy consciente de que me repito más que el ajo; lo prometo, me encantaría traer una sarta de buenas nuevas. Veremos cómo Trias se enfrenta a estas cuestiones; seguro que ya empieza a tener ganas de otro lunes festivo.