Escribo esto antes de que las protestas por el genocidio en Palestina y por la asfixia de la agricultura colapsen Barcelona. Cuando leas esto, sabremos si ha sido el apocalipsis. Para prevenir la hecatombe, pero por falta de agua, los obispos catalanes recomiendan intensificar el rezo para que llueva. Pero hay catástrofes a las que podemos llegar tarde: el Ayuntamiento ha cancelado las licencias del Flea Market por sus “externalidades negativas”, es decir, que se instalaran a su lado vendedores no autorizados. Un poco floja la excusa, ¿no?, ¿No sería el Ayuntamiento quien tendría que vigilar lo que pasa alrededor del mercado? Como tendría que haberse adelantado también a la sequía, que no es un problema que surja de la noche a la mañana, antes de descargar su falta de previsión con los trabajadores de Parcs i Jardins a los que impondrá jornadas de tres turnos con su nuevo plan de riego, cuando hasta ahora solo trabajaban por la mañana. En fin, el cataclismo, aún se abre paso un rayo de luz: ojalá todas las actuaciones del personal de una discoteca, de las fuerzas de seguridad y la judicatura fueran como las del caso de violación del futbolista Dani Alves a una mujer. Nos sentiríamos mucho más seguras y sin miedo a denunciar.