Empezamos el año pronosticando el fin de la paz social, y seguimos en el borde del precipicio. Uno de los que estuvo más cerca fue C. Tangana a finales de enero, con su hostia al Pans&Company que, en verano, fuera por eso o por su mierda de ética empresarial en general, tuvo que reducir su capital en 13,66 millones de euros para no declararse insolvente. A hundir, pero otro tipo de flota, jugó el Ayuntamiento con El Flea y les prohibió usar la vía pública, porque alrededor de sus mercados se instalaban vendedores no autorizados. Como si se suspendiera la Mercè porque en la playa de Bogatell se montan macrobotellones. Aunque no han conseguido recaudar firmas suficientes para entrar en la campaña Decidim, siguen en la lucha. También continua otra campaña, que no es revolucionaria pero eso que nos ahorramos: la de que te hagas con tu copa o braga menstrual, o compresa reutilizable gratis; casi 400.000 catalanas ya lo habíamos hecho hasta junio. Para resumir lo de la Copa América, mejor una imagen: el pleno del Ayuntamiento, que suele mostrar consenso cuando otorga el título honorífico de Amigo de Barcelona, se ha roto al dárselo a Grant Dalton, director general del jolgorio. Y la pregunta es: ¿será Luigi Mangione el primero de muchos más? ¿De cuántos? ¿Cuántos hacen falta? Nos leemos en 2025. Sed muy felices.