“Mienten a todo el pueblo y dicen que todos saldríamos ganando. No, con estos eventos solo ganan ellos. O sea que contra los especuladores, contra los grandes eventos, ¡dejadnos vivir en paz en nuestras ciudades!”, gritaba el cantante de la banda valenciana La Fúmiga en su concierto de la Mercè. Se refería a la Copa América, de la que bien saben en su tierra: les costó 80 millones de euros. ¿Es que Valencia hizo mal las cosas? Entonces, también Auckland, que perdió 94 millones de euros y declinó volver a organizar el evento. No, Barcelona no va por otro camino: las ayudas públicas ya duplican lo que el Ayuntamiento dijo que se iba a gastar y en el ecuador del macroevento ya van 70 millones de euros. Y no he disfrutado ni un céntimo, pensaba mientras paseaba por el castillo de Montjuïc durante las fiestas, disfrutando de una actuación brutal de circo. El año pasado, Barcelona se gastó 3,1 millones de euros en las fiestas de la Mercè en hacernos felices a un millón de barcelonins: con hijos, sin ellos, adolescentes y ancianos, con compañías de circo, bandas de música, teatro, floristas, castellers, restauradores. La Copa América cuesta 22,5 veces más, aún quedan habitaciones libres en los hoteles que preveían lleno, las audiencias en la televisión se mueven entre los 4.000 y los 5.000 espectadores y si pasas por el Moll de la Fusta camino a donde sea, te contarán como visitante del evento para decir que llegan a los 2,5 millones. ¿No podemos dejarnos de gilipolleces y celebrar una Mercè al mes?
