Después de todo este desastre, de la negligencia y la rabia justificada, nos queda la solidaridad. Muchos colectivos se han organizado para recoger comida, palas y pañales, llevarlos a Valencia y entregarlos a quienes los necesitan: la Antiga Massana (a la que aún no han conseguido desahuciar) o las bibliotecas de Barcelona (que han recaudado 8 toneladas de alimentos en solo un día) son algunos de ellos. Aunque como recomiendan quienes trabajan en el tercer sector, siempre es mejor donar pasta que cosas materiales porque así se puede comprar lo que haga falta en cada momento. La máxima de que sólo el pueblo salva al pueblo, amplia y a veces vaga, solidifica estos días: cientos de personas se organizan en asambleas por toda Barcelona para preparar la mani del 23 de noviembre por la bajada de los precios del alquiler. El pueblo, y unas instituciones a su servicio. Barcelona ha pasado los últimos 25 años mejorando sus depósitos pluviales para evitar las inundaciones, aunque aún así, el martes llegara alerta por insuficiencia de drenaje. Por incapacidad, pero para contener el orgullo, y porque además de la solidaridad hay que seguir premiando el trabajo bien hecho, os cuento que una ONG ha elaborado un cancionero de la Unión Europea durante los últimos 9 años y en él ha incluido dos canciones de Serrat: Mediterráneo y La Saeta (de un poema de Machado). He intentado ser positiva, pero no sé si me ha salido porque me duele el alma, así que os dejo con la canción que, al menos a mí, siempre me calienta un poquito el corazón.