Esta semana me voy a poner seria, porque estamos en la recta final hacia las elecciones y Barcelona se la juega; el futuro de nuestra ciudad se decide este domingo. Hasta los sindicatos han pedido que utilicemos el sentido común (tan escaso) y no se vote a la ultraderecha, mientras los siempre abusones Desokupa, nazidos lejos y cerca del Mediterráneo, hacen, mediante su estrategia populista, el supino ridículo. No puede haber espacio para ideologías deleznables en una Barcelona que se califica como “moderna”; no lo podemos tolerar. Me voy a poner seria porque cada vez es más difícil que toda la ciudadanía acceda a lo básico, porque hay gente pasándolo mal, como nos cuentan desde Arrels, siempre certeros, porque las mujeres seguimos estando desprotegidas y porque muchas personas esperan una disculpa por una infancia robada, aunque llegue 50 años tarde. Disculpadme, me voy a poner seria, porque está en nuestras manos elegir qué tipo de ciudad queremos, una para vivir o una para explotar. La vida comienza y acaba en Barcelona, y las decisiones que tomamos dejan su huella en esta ciudad muchas veces vilipendiada. A saber qué pasará esta semana; ante todo, os lo digo en serio, no olvidéis el paraguas.